México ha pasado por un proceso de transformación política, económica y social importante. Reformas como la energética y la fiscal han provocado reacciones diversas en la sociedad; sobre todo en el ala izquierda de la política mexicana.
Los bloqueos viales, los gritos de protesta, los enfrentamientos entre policías y manifestantes se han vuelto el pan nuestro de todos los días. Ahora cuando nos levantamos no sólo nos preocupamos por lo que vamos a desayunar; también tenemos que conectarnos a los medios sociales para enterarnos por la mejor ruta para ir al trabajo.
El día definitivamente no empieza a la misma hora que hace 6 meses; si bien nos va tenemos que pararnos por lo menos una hora antes para llegar a tiempo a nuestro destino; en fin esta política de movilización social llevada a cabo por la izquierda mexicana y los grupos subversivos en México, ha afectado seriamente el flujo normal de muchos estados, principalmente el Distrito Federal
Se les olvida que reformar, desde el punto de vista gramatical, significa innovar, cambiar o darle nueva forma a algo.
Las normas que regulan la actividad política del Estado y de la sociedad, deben estar en constante movimiento ante los cambios estructurales de la propia sociedad, que indudablemente se reflejan en los esfuerzos de los individuos por alcanzar estándares de vida cada vez mejores dentro de una convivencia democrática.
Los cambios en la vida política de nuestro país constituyen otro factor por el que se han producido y se siguen dando reformas electorales sucesivas, conformando así una espiral constructiva ascendente que propicia la creación del marco legal e institucional, donde la diversidad de fuerzas han podido expresarse y competir.
De acuerdo con los documentos del Pacto por México, para la reforma político-electoral se busca impulsar una ley general de partidos; la disminución en el monto de los topes de campaña; la revisión de los tiempos oficiales de radio y televisión; evitar el uso de esquemas financieros de origen ilícito en las elecciones y crear una autoridad electoral de carácter nacional.
He aquí entonces la importancia de una Reforma político-electoral que vaya de la mano con otras reformas como la política, la energética y la financiera.
México necesita vivir un proceso transformador y así establecer los mecanismos para una competencia leal y equitativa, que mas tarde incida en una participación política de coexistencia y pluralidad.
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